GRISÁLIDAeSCOJO LA MADUREZ DE LO GRISES |
¡Adelante, monten jaleo, metan bulla, llamen la atención...! Hay muchos ámbitos que les son más próximos y que necesitan de su altavoz y compromiso. Las salas de lo penal no están entre ellos. El Sindicato de Estudiantes ha convocado una huelga en protesta por la sentencia de «la manada». Mi hijo mayor, que cursa primero de bachillerato, tiene intención de secundarla. No se lo voy a impedir, está en su derecho, pero quiero que se pregunte quién, por qué y para qué la convoca. Educarle en el pensamiento crítico y la coherencia son dos de mis obsesiones. Y, en mi opinión, esta huelga es ridícula. Adolescentes protestando en calidad de estudiantes contra una sentencia judicial en un país democrático. Dicen los comprometidos convocantes que «la Justicia española protege a violadores y condena a tuiteros que denuncian la corrupción del PP» y «lleva a la Policía a secuestrar camisetas amarillas». ¿Protestar? Claro, quién si no los jóvenes. Pero esta es una burda manipulación con fines que poco tienen que ver con su fingida preocupación por una Justicia que consideran machista. Y no seré yo quien lo niegue, pero no es este territorio estudiantil y menos aún de adolescentes. Sobre todo, cuando los argumentos son, en realidad, consignas de diseño, prefabricadas, tan flexibles que encajan donde haga falta, ya sea la protesta por el nombre de una calle o una sentencia judicial. Convendría, al menos, que le recordaran a los estudiantes a los que convocan que la sentencia de 'la manada' es condenatoria y que no es firme. Así que no protestan contra una Justicia machista sino, en todo caso, contra una sentencia machista firmada por solo tres jueces de los cientos —¿tal vez miles?— que hay en España. ¡Adelante, monten jaleo, metan bulla, llamen la atención...! Hay muchos ámbitos que les son más próximos y que necesitan de su altavoz y compromiso. Las salas de lo penal no están entre ellos. Respecto a mis hijos, ya me encargo yo de que lean, piensen y libremente decidan, pero estén alerta porque la posverdad ha llegado a las aulas. No solo de la Universidad, también a las de los menores de edad. ¿Acaso hay algún tipo de violación más grave que la de «la manada»? ¿Van a tener menor condena por no haber tenido que golpear a su víctima para violarla? ¿Un padre que viola a su hija, aunque sea sin golpearla, no debería tener el máximo castigo? ¿Acaso una violación no es por definición violencia física, o son necesarias la sangre y los hematomas? Creo que se ha dicho ya casi todo sobre el caso de «la manada». Y si voy a escribir algo al respecto es, precisamente, por ese 'casi'.
En resumen, sin entrar a valorar reacciones y declaraciones posteriores, hemos aprendido que el Código Penal prevé dos tipos de delitos sexuales, el abuso y la agresión. Para que se aplique el segundo tipo ha de existir violencia física o intimidación. Y la mayor parte de los que hemos expresado nuestra opinión estamos de acuerdo en que los hechos que describe la sentencia no pueden ser otra cosa que agresión sexual. Es decir, contrariamente a lo que dicta el tribunal, creemos que sí hubo intimidación y no solo prevalencia, otro de los conceptos que he incorporado a mis modestos conocimientos de Derecho. Luego se ha debatido sobre la necesidad de una reforma del Código Penal en lo relativo a delitos sexuales para delimitar con mayor precisión los agravantes por violencia o intimidación y dejar así menos espacio a la interpretación de los jueces. También los hay que no quieren distinción y piden que toda penetración sin consentimiento sea considerada agresión sexual sin tener en cuenta la prevalencia, intimidación o violencia. Otros sugieren que el problema no es la interpretación, sino una deficiente perspectiva de género. Lo último que he escuchado es que los jueces deberían contar con esta formación específica, como ya tiene, por ejemplo, la policía. Nada que objetar. Y aquí viene mi humilde aportación en forma de pregunta, que seguro que alguien ya ha hecho pero a mis oídos no ha llegado: ¿Y si esos violadores de «la manada», además, hubieran golpeado a su víctima —y es probable que de necesitarlo para sus fines lo hubieran hecho— produciéndole lesiones? ¿Habría que elevar el castigo? La respuesta espontánea es afirmativa. Pero, volviendo a los hechos que nos ocupan, ¿acaso hay algún tipo de violación más grave que la de «la manada»? ¿Van a tener menor condena por no haber tenido que golpear a su víctima para violarla? ¿Un padre que viola a su hija, aunque sea sin golpearla, no debería tener el máximo castigo? ¿Acaso una violación no es por definición violencia física, o son necesarias la sangre y los hematomas? El problema es que nos responderán a su vez con las mismas preguntas del principio: ¿le impondremos la misma pena al que, además de violar, ha dejado medio muerta a su víctima? No, claro… Y vuelta a empezar. La única forma que veo de salir del bucle es considerar dos delitos, no uno. Es decir, la violación, con o sin violencia añadida, conllevaría la pena máxima por delito sexual. Y si, además, hay, pongamos por caso, golpes, se suman nuevas penas por un segundo delito. Esto evitaría la indeseada impresión de que hay violaciones menos graves que otras. A lo mejor lo que propongo es un disparate que atenta contra algún principio legal o incluso constitucional. Si es así, pido disculpas de antemano. Entre la multitud bienintencionada se han colado hipócritas oportunistas y machistas cobardes. Conclusión, ahora, con la corriente a favor, es más difícil identificarlos porque van de incógnito Estoy viviendo una jornada del Día de la Mujer con sentimientos encontrados. Celebro la mayor movilización feminista de la historia en España. Pese a los inevitables y patéticos intentos de apropiación indebida, las ideologías no han logrado usurpar, por una vez, el lugar que le corresponde a un valor universal como es la igualdad de género. Y, precisamente, por eso ha sido posible esta gigantesca repercusión sin precedentes, porque nadie se ha sentido excluido.
Sin embargo, en su propia fuerza está su debilidad. Cualquier movimiento masivo genera corriente. Y no todos querrían ir en esa dirección, sino que han sido arrastrados o se han dejado llevar porque les resultaba más cómodo. Hablando claro, entre la multitud bienintencionada se han colado hipócritas oportunistas y machistas cobardes. Conclusión, ahora, con la corriente a favor, es más difícil identificarlos porque van de incógnito. Lo sé porque conozco a algunos de los que comparten chistes machistas y fotos de tetas en el chat de Whatsapp y hoy hasta han escrito los preceptivos tuits feministas. Y esta es la segunda causa por la que la felicidad por el éxito de la jornada no es plena en mi caso. Hablo de la demagogia. La corriente lo arrastra todo y cuanto más fuerte, también más destructiva. Lleva agua pura, pero también basura que puede acabar contaminando aquello que iba a regar. Y en el nombre del feminismo y la igualdad de género hoy he escuchado y he leído muchas tonterías, casi siempre demagogia, que es lo mismo que mentir para regalarle el oído a alguien y así obtener un rédito, normalmente de imagen pública. Y he sentido que se me exige autoinculparme por ser hombre. Que por qué no reconozco mis tics machistas, «¡cómo no los vas a tener, si eres hombre y español!». No he puesto un tuit felicitando a las mujeres, no he participado en el hilo «soy machista cuando...», no he confesado mis pecados de hombre opresor de mujeres y ni siquiera he pedido perdón por no ser machista. No es una errata, digo lo que digo y yo sé por qué lo digo. No soy machista. Seré aún más contundente, soberbio si quieren: no tengo ni pensamientos, ni actitudes, ni palabras, ni comportamientos machistas. Si de algo ha servido la histórica repercusión de las reivindicaciones del Día de la Mujer es para que se visualicen todos estos micromachismos de los que tanto se ha hablado. Y yo he hecho los deberes. He escuchado y leído con atención a mujeres hablando de lo que consideran machismo en el día a día, he visto vídeos de personajes públicos hombres confesándose machistas en ocasiones y me he mirado en el espejo. Y no me siento representado por ninguno de esos comportamientos, ni siquiera los que llaman culturales o inconscientes. Esta «confesión», sin embargo, creo que será menos aplaudida por determinados sectores que si me declarase machista. Algunas (y algunos) nos prefieren culpables. |