GRISÁLIDAeSCOJO LA MADUREZ DE LO GRISES |
Estoy leyendo, 'Momentos Estelares de la Humanidad', de Stefan Zweig, que tenía entre mis lecturas pendientes, y me he encontrado con esta frase al comienzo del capítulo sobre Waterloo:
«A veces, y éstos son los momentos más asombrosos en la historia universal, el hilo de la fatalidad cae durante una fracción de segundo en unas manos por completo incompetentes». Es una de esas frases geniales, de alta literatura, que me deleitan y con las que merece la pena acabar el día. Pero, además, como suele pasar con el arte universal, es plenamente actual. Cada cual tendrá su candidato (o candidata), pero a mí me está hablando de Donald Trump, aunque en su caso es bastante más que una fracción de segundo, lo que lo hace aún más peligroso. Por qué exactamente, se preguntarán. Eso da igual, hay donde escoger y aún desconocemos cuál de sus decisiones, acciones o palabras nos conducirá a la fatalidad, pero no lo duden, si sigue mucho tiempo en la Casa Blanca lo hará. *Aquí puedes encontrar un buen catálogo de trumpadas. Creo que aprenderemos mucho de la crisis del #COVID2019. Bueno, aprenderán los demás. Porque no hago más que leer frases del tipo: «Esto servirá para que la gente se dé cuenta de en qué manos estamos»; «A ver si aprenden los que votan a partidos que defienden la Sanidad privada»... ¿Se dan cuenta de que siempre 'mandamos a aprender' a los demás? ¿Y qué has aprendido tú? Ya si consigues responder-te sin meterte con nadie, lo bordamos. Es decir, evitando respuestas del tipo, «he aprendido que fulanito es gilipollas». Te diré lo que yo he aprendido. Nuestros mayores son el sector oculto y ocultado de la sociedad. Los queremos como individuos, a nuestros padres, abuelos, tíos, suegros, pero como colectivo no los vemos, ni queremos verlos. Son el único rango de edad que como colectivo no es protagonista de la información, la cultura, la ciencia, la música, el ocio... Seguramente no lo necesitan, ni tengan por qué serlo, esto no es una reivindicación, es un descubrimiento, mi descubrimiento personal. Lo que yo he aprendido, en definitiva, es que los ancianos, al estar ocultos, no existen. Pero gracias a esta crisis los veo y, sobre todo, me gusta lo que veo. Un nuevo debate que se simplifica hasta el extremo para anular los grises, los «no estoy seguro», los «depende», los «tengo dudas». Solo blanco o negro, estás conmigo o contra mí... Y las hordas de fanáticos, borregos ideologizados, se activan en respuesta a un estímulo del chip implantado en su cerebro. El drama es que en el fondo están de acuerdo y no lo saben, porque los amos de sus mentes los necesitan asustados, furiosos, violentos, enfrentados, irreconciliables. Llegan a convencerse de que 'los otros' no son humanos, sino monstruos. Cucarachas. ¿Acaso hay algún tipo de violación más grave que la de «la manada»? ¿Van a tener menor condena por no haber tenido que golpear a su víctima para violarla? ¿Un padre que viola a su hija, aunque sea sin golpearla, no debería tener el máximo castigo? ¿Acaso una violación no es por definición violencia física, o son necesarias la sangre y los hematomas? Creo que se ha dicho ya casi todo sobre el caso de «la manada». Y si voy a escribir algo al respecto es, precisamente, por ese 'casi'.
En resumen, sin entrar a valorar reacciones y declaraciones posteriores, hemos aprendido que el Código Penal prevé dos tipos de delitos sexuales, el abuso y la agresión. Para que se aplique el segundo tipo ha de existir violencia física o intimidación. Y la mayor parte de los que hemos expresado nuestra opinión estamos de acuerdo en que los hechos que describe la sentencia no pueden ser otra cosa que agresión sexual. Es decir, contrariamente a lo que dicta el tribunal, creemos que sí hubo intimidación y no solo prevalencia, otro de los conceptos que he incorporado a mis modestos conocimientos de Derecho. Luego se ha debatido sobre la necesidad de una reforma del Código Penal en lo relativo a delitos sexuales para delimitar con mayor precisión los agravantes por violencia o intimidación y dejar así menos espacio a la interpretación de los jueces. También los hay que no quieren distinción y piden que toda penetración sin consentimiento sea considerada agresión sexual sin tener en cuenta la prevalencia, intimidación o violencia. Otros sugieren que el problema no es la interpretación, sino una deficiente perspectiva de género. Lo último que he escuchado es que los jueces deberían contar con esta formación específica, como ya tiene, por ejemplo, la policía. Nada que objetar. Y aquí viene mi humilde aportación en forma de pregunta, que seguro que alguien ya ha hecho pero a mis oídos no ha llegado: ¿Y si esos violadores de «la manada», además, hubieran golpeado a su víctima —y es probable que de necesitarlo para sus fines lo hubieran hecho— produciéndole lesiones? ¿Habría que elevar el castigo? La respuesta espontánea es afirmativa. Pero, volviendo a los hechos que nos ocupan, ¿acaso hay algún tipo de violación más grave que la de «la manada»? ¿Van a tener menor condena por no haber tenido que golpear a su víctima para violarla? ¿Un padre que viola a su hija, aunque sea sin golpearla, no debería tener el máximo castigo? ¿Acaso una violación no es por definición violencia física, o son necesarias la sangre y los hematomas? El problema es que nos responderán a su vez con las mismas preguntas del principio: ¿le impondremos la misma pena al que, además de violar, ha dejado medio muerta a su víctima? No, claro… Y vuelta a empezar. La única forma que veo de salir del bucle es considerar dos delitos, no uno. Es decir, la violación, con o sin violencia añadida, conllevaría la pena máxima por delito sexual. Y si, además, hay, pongamos por caso, golpes, se suman nuevas penas por un segundo delito. Esto evitaría la indeseada impresión de que hay violaciones menos graves que otras. A lo mejor lo que propongo es un disparate que atenta contra algún principio legal o incluso constitucional. Si es así, pido disculpas de antemano. Entre la multitud bienintencionada se han colado hipócritas oportunistas y machistas cobardes. Conclusión, ahora, con la corriente a favor, es más difícil identificarlos porque van de incógnito Estoy viviendo una jornada del Día de la Mujer con sentimientos encontrados. Celebro la mayor movilización feminista de la historia en España. Pese a los inevitables y patéticos intentos de apropiación indebida, las ideologías no han logrado usurpar, por una vez, el lugar que le corresponde a un valor universal como es la igualdad de género. Y, precisamente, por eso ha sido posible esta gigantesca repercusión sin precedentes, porque nadie se ha sentido excluido.
Sin embargo, en su propia fuerza está su debilidad. Cualquier movimiento masivo genera corriente. Y no todos querrían ir en esa dirección, sino que han sido arrastrados o se han dejado llevar porque les resultaba más cómodo. Hablando claro, entre la multitud bienintencionada se han colado hipócritas oportunistas y machistas cobardes. Conclusión, ahora, con la corriente a favor, es más difícil identificarlos porque van de incógnito. Lo sé porque conozco a algunos de los que comparten chistes machistas y fotos de tetas en el chat de Whatsapp y hoy hasta han escrito los preceptivos tuits feministas. Y esta es la segunda causa por la que la felicidad por el éxito de la jornada no es plena en mi caso. Hablo de la demagogia. La corriente lo arrastra todo y cuanto más fuerte, también más destructiva. Lleva agua pura, pero también basura que puede acabar contaminando aquello que iba a regar. Y en el nombre del feminismo y la igualdad de género hoy he escuchado y he leído muchas tonterías, casi siempre demagogia, que es lo mismo que mentir para regalarle el oído a alguien y así obtener un rédito, normalmente de imagen pública. Y he sentido que se me exige autoinculparme por ser hombre. Que por qué no reconozco mis tics machistas, «¡cómo no los vas a tener, si eres hombre y español!». No he puesto un tuit felicitando a las mujeres, no he participado en el hilo «soy machista cuando...», no he confesado mis pecados de hombre opresor de mujeres y ni siquiera he pedido perdón por no ser machista. No es una errata, digo lo que digo y yo sé por qué lo digo. No soy machista. Seré aún más contundente, soberbio si quieren: no tengo ni pensamientos, ni actitudes, ni palabras, ni comportamientos machistas. Si de algo ha servido la histórica repercusión de las reivindicaciones del Día de la Mujer es para que se visualicen todos estos micromachismos de los que tanto se ha hablado. Y yo he hecho los deberes. He escuchado y leído con atención a mujeres hablando de lo que consideran machismo en el día a día, he visto vídeos de personajes públicos hombres confesándose machistas en ocasiones y me he mirado en el espejo. Y no me siento representado por ninguno de esos comportamientos, ni siquiera los que llaman culturales o inconscientes. Esta «confesión», sin embargo, creo que será menos aplaudida por determinados sectores que si me declarase machista. Algunas (y algunos) nos prefieren culpables. La actuación del drag ganador de la gala del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria debería incomodar a todos aquellos que estén en contra de la pena de muerte. A quienes ofendería que se utilizase en el espectáculo, por ejemplo, una cámara de gas.La crucifixión es una ejecución. Explican los científicos que era una muerte horrible. Se practicó en el imperio romano y en otras culturas colindantes. En los años 90, en Sudán, fueron ejecutados cristianos por el método de la crucifixión. Muchos se sorprenderán al saber que aún existen países en los que no se ha abolido, y, por supuesto, no solo se practica contra los cristianos. Jesús fue un hombre al que dos religiones veneran. Los musulmanes lo consideran un profeta y los católicos creen que es Dios mismo. Incluso algunos judíos lo tienen por un sabio rabino, aunque la mayoría lo consideran un hereje. Los cristianos fueron una secta que se separó del judaísmo y fue perseguida en el imperio romano. Una minoría pacífica, pobre y perseguida. Al hombre al que llamaban Jesús era a quien seguían. Sus enseñanzas, para ser más exactos. Muchos de ellos fueron martirizados y crucificados por esa causa. Así, pues, la actuación de Sethlas, ganador de la Gala Drag del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria, debería incomodar a todos aquellos que estén en contra de la pena de muerte. A quienes ofendería que se utilizase en el espectáculo, por ejemplo, una cámara de gas. Te propongo este ejercicio intelectual: piensa en algún personaje histórico al que admires, que haya sufrido persecución, maltrato y la ejecución o asesinato, al que no te gustaría ver parodiado durante su cruel muerte. Si, sinceramente, no hay ninguno para ti, no tengo nada más que decir. Viajamos en órbitas distintas. Aclaro que solo he visto la actuación del ganador. Lee bien antes de comentar. No he mencionado a la Iglesia. Y si tienes la tentación de escribir una retahíla de cosas que te escandalizan más que la de ayer, como la pederastia en la Iglesia o la corrupción política, no te molestes, estamos de acuerdo. Y para acabar de situar el debate en sus justos términos, no, no creo que se deba ni censurar, ni denunciar ante el fiscal.
Entiendo que en una manifestación lo que funciona para llamar la atención mediática son los lemas directos y concisos, aunque a poquito que se escarbe en ellos desde el más elemental razonamiento lógico, resulten estúpidos. Estamos ante uno de esos casos, en el que se incluye una descomunal falacia.
Publicado en jugandoencasa.es el 23 de agosto de 2011 Cuanto más organizada está una sociedad, mayor riesgo corren sus miembros de olvidarse de pensar por sí mismos. Y lo que es peor, de perder la capacidad de discernir el bien del mal sin tener que acudir a un manual de derecho penal. Vaya por delante que en modo alguno estoy en contra de las leyes y el orden, claro está, solo constato la consecuencia menos buena de algunos de los mecanismos y herramientas imprescindibles para convivir en sociedades avanzadas, si bien es cierto que serían aún más avanzadas si esas herramientas ya no fueran necesarias. Como de eso todavía estamos muy lejos, voy a los hechos recientes que me conducen a esta reflexión, que por otro lado no tiene nada de original pero que de vez en cuando conviene recordar por si sirve de algo...
«¡Con todos ustedes, Condón!» —vítores y aplausos—.
Ni una palabra más, ¿para qué? El mensaje no puede ser más claro: El sexo es parte inseparable de la fiesta de Don Carnal, y para evitar sus indeseables consecuencias —bombo y SIDA— solo cabe una opción, el condón. Lo entendería hasta un niño. De hecho, de eso se trata, ¿o acaso los menores no pueden practicar sexo en los carnavales? Los guionistas del spot de la La Dirección General de Salud Pública del Servicio Canario de Salud captaron la idea enseguida. Debía ser aséptico, sin matices, sin posibles interpretaciones morales. Normal. |