El blog de Armando Vallejo Waigand
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GRISÁLIDA



​eSCOJO LA MADUREZ DE LO GRISES

DEL GOLFO DE MÉXICO A LA PLAYA DE LAS CANTERAS

9/6/2010

 
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Existe una teoría no probada, pero que cada cierto tiempo cobra protagonismo en el debate político, según la cual los partidos de izquierdas son los mejores para gobernar en tiempos de bonanza, mientras que los de derechas lo son para hacerlo en tiempos de crisis. La izquierda, dicen, utiliza mejor el dinero cuando hay superávit, pero cuando el vil metal escasea, que vengan los de derechas porque son los que resuelven problemas. Estoy seguro de que todo el que lea estas líneas tendrá decenas de ejemplos que respaldan o contradicen el tópico, pero en el fondo tiene algún sentido. Unos sueñan con un mundo mejor, mientras que los otros construyen el mundo que es posible, aquí y ahora. Unos defienden ideas, 
los otros ejecutan acciones. Seguramente se trata de una simplificación que no hace justicia a ninguno de los dos bandos, pero no me negarán que la actualEspaña política se parece mucho a este dibujo.

El ecologismo y, en general, la defensa del medio ambiente, es una bandera que hizo suya la izquierda política, mientras la derecha se empeñó durante años a negar las evidencias, calificando a los ecologistas como individuos extremistas en sus planteamientos y radicales en sus propuestas. Aclarando una vez más que se trata de una generalización, podemos decir que los partidos socialdemócratas suelen destinar una mayor parte del presupuesto y desarrollan más acciones para la protección de los espacios naturales, la conservación de las especies y la reducción de la contaminación, que los liberales. Barak Obama es, objetivamente, el presidente de toda la historia de los Estados Unidos que ha demostrado una mayor sensibilidad medioambiental. Y precisamente a él, que invirtió mucho tiempo de su campaña electoral a hablar de bosques, ríos y mares, le ha tocado lidiar con el derrame de crudo de mayores proporciones que han sufrido las costas del país. Evidentemente, no ha sido culpa suya ni de su política, pero le ha correspondido gestionarlo, y según muchos analistas norteamericanos e internacionales no ha estado a la altura. Pronostican que su falta de firmeza con los responsables de la compañía British Petroleum, causante del vertido y cuyo presidente se atrevió a decir que estaba harto y que tenía ganas de marcharse de vacaciones, le va a pasar una elevada factura; eso, y la frialdad con la que dio la impresión de haberse tomado el asunto hasta no hace muchas fechas. Obama lo dejó todo en manos de los expertos de BP, porque «ellos cuentan con las mejores herramientas y los mayores conocimientos tecnológicos» para resolver el problema, no formó un gabinete de crisis, no estableció un comité gubernamental permanente en la zona afectada en el que él mismo debía ser la cabeza visible y permitió que la compañía inglesa mintiese repetidamente sobre la tragedia y sus consecuencias. 



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La versión local de esta ausencia de reflejos la encontramos en el gobierno socialista del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. La Playa de Las Canteras, emblema y orgullo de la ciudad, se ha quedado sin su Bandera Azul —la que distingue oficialmente la excelencia de las playas europeas— por culpa de los repetidos casos de contaminación por vertido de aguas fecales en la zona de La Puntilla, que obligaron a las autoridades a desaconsejar el baño durante algunos días. Hasta el día de hoy los técnicos no han logrado erradicar el problema, ni los políticos del consistorio han sido capaces de conservar una bandera que ondeaba en Las Canteras desde hacía 25 años de manera ininterrumpida. Una  joya natural que está considerada como la mejor playa de ciudad de toda Europa y una de las mejores del mundo se ve ahora humillada por culpa de la lentitud, aparente desgana y absoluta ineficacia de los responsables de conservar y proteger este inigualable patrimonio de la ciudad, de la isla, de Canarias y de todos sus habitantes. 

El compromiso político debe nacer de las ideas, pero ha de ejecutarse mediante acciones eficaces.
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