GRISÁLIDAeSCOJO LA MADUREZ DE LO GRISES |
La sentencia más perspicaz que he escuchado tras el «alcorconazo» en su versión liguera es la de un oyente de Todo Goles Radio, en Canarias Radio La Autonómica, que dijo a través de Facebook que en la Unión Deportiva Las Palmas no eran los jugadores quienes le estaban haciendo la cama al entrenador, sino el entrenador a los jugadores. Para comprobar la agudeza del comentario hagamos un rápido análisis de la alineación que opuso Paco Jémez al Alcorcón. Dejaremos para el final la portería. La ubicación de Samuel y Pignol en los laterales ya es toda una declaración de intenciones. La traducción es: «nada de incorporaciones al ataque». Con todo, la defensa escogida parece la única línea basada en la solvencia demostrada por los futbolistas a lo largo de la temporada, más Lequi, un refuerzo del mercado de invierno con credenciales que respaldan su presencia en el once. En el centro del campo llegan las mayores sorpresas. Hernán, un canterano que debuta en el momento más delicado de la temporada, y Borzani, refuerzo invernal con tres semanas en la isla y que llegó fuera de forma, ocuparon el doble pivote. Dos futbolistas que jamás habían jugado juntos, que no habían debutado con el primer equipo y que ni siquiera formaban parte de la dinámica de trabajo durante la temporada, recibían de repente, y a la vez, los galones para taponar el centro del campo y construir el ataque amarillo. Me recuerda al ejército conducido por un tirano que pierde la confianza en sus oficiales y le entrega el mando al cabo:
—Pero, mi general, yo solo soy cabo —replicaba el desdichado—, no puedo darle órdenes al coronel. —Tienes razón —admitió el tirano, mientras sacaba su arma y disparaba en la cabeza al coronel—, acabas de ascender. Y David González se quedó en tierra. Tampoco viajó Quero. Casi todo en fútbol es discutible, pero diría que existía un amplio consenso en que, desde su llegada, el madrileño era una de las pocas notas de color en el apagado lienzo de laUnión Deportiva. Puede justificarse que por alguna razón no juegue de inicio, pero ¿directamente a la grada? En las bandas, dos elecciones «normales», Pedro Vega y Armiche, aunque ambos hechos un lío ante la intermitencia de sus apariciones en las convocatorias y en las alineaciones; en un partido caen en desgracia y dos más tarde se convierten en la solución. Como puntas de lanza encontramos a otros dos jugadores que no habían jugado juntos y cuyos minutos en toda la temporada han sido poco más que testimoniales. Perea y Mauro Quiroga, dos actores de reparto sin ritmo de partidos, enviados a la arena sin armas ni armadura. Y nos falta hablar del portero. Quiero ser generoso con Pindado por sus años como profesional, por sus años en la Unión Deportiva, por su papel dentro del vestuario amarillo... Tal vez sea cierto que Barbosaestaba «tocado», pero si no es así, y por la revolución de la alineación hay razones para dudarlo, estamos ante la confirmación de que Paco Jémez hizo ayer algo más que dar un giro. Parece más bien la respuesta delirante de alguien que se considera traicionado por su grupo de fieles, los elimina a todos y deposita la confianza en una nueva guardia. Nueve cambios desde la última alineación, muchos de los jugadores sin apenas minutos, sin ritmo ni conexión entre sí, y sin el automatismo que da el hábito de haber jugado juntos durante muchas jornadas. Si el plan le hubiera salido bien a Paco Jémez, se tambalearían todas las teorías sobre la importancia de las pretemporadas y la necesidad del transcurrir de los partidos para que se consoliden los proyectos. Las Palmas regaló al Alcorcón cinco meses de competición y casi dos de pretemporada. El plan «C» El plan inicial de Paco Jémez esta temporada fue el que vimos durante los 20 primeros partidos de liga. Ese que el técnico calificó como irrenunciable, independientemente de los resultados. Los jugadores lo repetían, convencidos, en sus comparecencias públicas, devotos y fieles a una idea en la que creían. Igual que la afición. El balón por encima de todo y la creatividad como principal herramienta de ataque, aún a costa de encajar muchos goles. El fútbol es un exigente evaluador de convicciones. Un insobornable perito que constantemente pone a prueba lealtades, adhesiones y compromisos. Después de varios meses sometido al rigor de las lesiones, Paco Jémez advirtió que ya no era realista mantenerse fiel a un estilo para el que le faltaban las piezas clave del puzle. Así nació el plan «B». Se trataba de una adaptación a las circunstancias pero sin renunciar a los valores originales, la posesión de balón y el juego combinativo. Esta fórmula se estrenó en el derbi y se mantuvo vigente durante dos jornadas más. Se obtuvieron tres empates. No era suficiente, y las protestas de la afición amarilla en el partido frente alHuesca, junto al lamentable suceso ocurrido en el plató de Nueve Televisión (1) entre Paco Jémez y el periodista Nacho Acedo del Canarias 7, con intervención del presidente de la UD Las Palmas incluida, hicieron el resto. El entrenador cordobés decidió romper con todo aquello en lo que creía —y con todos aquellos en los que creía—, para lanzarse a la aventura suicida de un hombre desesperado, sin calcular bien las consecuencias. No para él mismo, ya que Ramírez le había blindado en el cargo pasara lo que pasara ante el Alcorcón, sino para el equipo. Y el plan «C», que en realidad no era un plan sino un arrebato, fracasó. El drama es que cuando traicionas tus principios futbolísticos y aún así pierdes, ya no te queda nada a qué aferrarte. El que emprendió ayer Paco Jémez es un camino sin retorno, por mucho que siga en el cargo. ¿Qué le dirá ahora a sus jugadores? ¿En qué quiere que crean? Si vuelve a darle galones a David González o aJonathan Viera, ¿qué confianza pueden tener para pedir el balón y encarar a los rivales cuando por eso fueron condenados? Como bien decía el oyente de Canarias Radio La Autonómica, el entrenador le ha hecho la cama a los jugadores. Es solo cuestión de tiempo que Miguel Ángel Ramírez se dé cuenta. |