El blog de Armando Vallejo Waigand
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​GRISÁLIDA

ELIJO LA MADUREZ DE LOS GRISES

LOBERA A JUICIO

10/2/2014

 

La UD Las Palmas ha vuelto a fallar. Esta vez fue el Numancia el que le cortó las alas con las que pretendía volver a elevar sus prestaciones y reengancharse a la lucha por el ascenso. No tengo intención de analizar el partido, para eso ya están las crónicas, si es que no han visto el encuentro y han sacado sus propias conclusiones. De lo que yo quiero hablar es de culpables, responsables y soluciones. Por desgracia, en fútbol, como en la empresa, la solución es complicada y no siempre pasa por eliminar al culpable o culpables. Porque culpables hay varios, pero responsables, en este minuto del partido, solo uno, Sergio Lobera... 

Imagen
Se podría disparar más alto en la jerarquía dentro del club, como insinuó su presidente tras el partido frente al Numancia, pero no serviría de nada porque no tienen influencia directa sobre lo que sucede cada fin de semana en el césped; lo serán de toda la temporada cuando ésta finalice. La hora de tomar medidas en la plantilla tampoco ha llegado, o ya ha pasado, según se mire, con el mercado de invierno cerrado y el verano aún muy lejos. Por lo tanto, como he dicho, solo nos queda Sergio Lobera. Lo único que había que decidir, que no es poco, era su destitución o su continuidad. Ganó lo segundo, al menos durante una semana más. En realidad, el único que ha tenido que devanarse los sesos para tratar de tomar la mejor decisión es el presidente de la UD Las Palmas, porque dudo que la comisión deportiva pueda añadir algo nuevo a los argumentos que les hicieron pedir unánimemente el cese de Lobera el lunes pasado y que acabó frenando Miguel Ángel Ramírez. Así pues, voy a intentar ponerme en su pellejo y escribir en una hoja en blanco, es decir, sin prejuicios, lo que Lobera tiene a favor y lo que tiene en contra. Luego, que cada cual le dé un valor a cada elemento y lo ponga todo en una balanza. El plato que más pese será la decisión más conveniente a su juicio, coincida o no con el camino tomado por el presidente amarillo. Solo una advertencia, no necesariamente el mayor número de elementos a favor o en contra es el de mayor peso, sino que dependerá del valor que asignemos a cada uno de ellos. 

Miguel Ángel Ramírez ya ha tomado una decisión. ¿Qué hubieras hecho tú?


A FAVOR

El rendimiento colectivo es mejor que el individual. No hablo de la calidad teórica de la plantilla, que sin duda está entre las mejores de la categoría, sino del nivel que cada jugador está ofreciendo jornada tras jornada. Salvo los defensas y Valerón —bien en líneas generales—, todos los demás juegan por debajo del nivel que se les supone. Sin embargo, la UD Las Palmas domina la mayoría de los partidos, su salida de balón es buena y la transición defensiva está bien trabajada. Donde falla más el equipo es en la creación de ocasiones y el remate. Es la parcela en la que menos influencia tienen los entrenadores. Depende más de la chispa, la improvisación, de las buenas decisiones individuales de los futbolistas y su calidad para ejecutarlas.

No ha perdido los papeles. Cuando un entrenador está en la situación de Sergio Lobera es muy habitual que se descontrole. Tenemos ejemplos muy cercanos en la propia UD Las Palmas: la demencial alineación de Paco Jémez en Alcorcón o las salidas de tono en las comparecencias de Juan Manuel Rodríguez en cualquiera de sus etapas de amarillo. Lobera mantiene el control, tanto estético, como deportivo. La serenidad es un valor a considerar en el ruidoso fútbol profesional. 

Mantiene el crédito del vestuario. El futbolista... Corrijo; el ser humano tiende a buscar excusas ante sus propios fracasos o limitaciones. En los deportes colectivos la responsabilidad de los individuos se diluye en el grupo, y el grupo lo dirige un entrenador. En su ansia de triunfar, el futbolista busca culpables e inconscientemente lo encuentra en el hombre que decide quién juega y cómo debe desenvolverse el equipo sobre el terreno de juego. Esto es seguro que ya sucede en la plantilla de la UD Las Palmas, pero no ha llegado al extremo de romperse el equilibrio. Es decir, no se han violado los códigos no escritos por los que se rige un vestuario sano: cohesión, lealtad, discurso único, defensa del colectivo, entrega en los partidos, comunicación, ambición... La temperatura de este valor se mide a través de los jugadores con mayor peso del vestuario. Un buen gestor no toma decisiones por lo que opinen los cabecillas, pero lo tiene en consideración porque es consciente de la influencia que ejercen en su pequeño reino. Los de la UD Las Palmas no le han dado la espalda a su entrenador. 

Cuenta con respaldo popular. Es difícil determinar con claridad hacia dónde se dirigen las críticas de la grada, y a la hora de tomar decisiones tampoco tiene demasiada relevancia. No es un menosprecio a la opinión de los aficionados, simplemente, no puede ser vinculante para escoger un camino. Salvo en un caso: que un clamor popular escenificado en los partidos de casa deje claro que no quieren al entrenador. En tal caso, y sin dejar de considerar el resto de elementos, es difícil hacer caso omiso, porque la presión para los jugadores en su propio campo llevaría irremediablemente a una merma de su rendimiento. Tal cosa, por ahora, no ha sucedido. Es más, si hubiera un cambio de entrenador y no llegaran los buenos resultados inmediatamente, es posible que la afición reaccione de modo más hostil que actualmente contra Lobera. 

Las opciones de ascenso siguen intactas. Se podría argumentar en contra de esta afirmación que precisamente por eso hay que destituir al entrenador mientras se esté a tiempo de conseguir el objetivo. En mi opinión, esa no es una razón de peso, salvo que lo que esté en riesgo sea la permanencia. 

No hay garantías de que un relevo en el banquillo mejore lo presente. Ya sé que es una obviedad, pero conviene tenerlo en cuenta antes de tomar decisiones drásticas. La pregunta que hay que hacerse es: ¿la situación es tan grave como para dar un volantazo hacia lo desconocido? 


*Se habrán percatado de que no incluyo en los argumentos a favor de Lobera el que se estén produciendo errores individuales en los partidos, sobre todo en el remate a portería, sin los cuales se hubieran cosechado bastantes más puntos recientemente. La explicación es que a los entrenadores hay que evaluarlos como si no existiesen factores incontrolables. De hecho, éstos tienden a reducirse a medida que se incrementa la serie a estudiar, hasta convertirse en un porcentaje irrelevante.


EN CONTRA

Los resultados. El equipo vuelve a estar fuera de los puestos de promoción de ascenso y cada vez se aleja más el ascenso directo, en una dinámica negativa que ofrece a simple vista malos presagios. Es posible que si no se cambia de forma inmediata la dirección, después ya sea demasiado tarde para recuperar el terreno perdido y la temporada se puede ir al traste. 

El rendimiento individual empeora. Si bien, esto mismo servía en los elementos a favor de Lobera para valorar el trabajo colectivo y responsabilizar de los errores individuales y decisiones equivocadas a los futbolistas, no es menos cierto que la puesta a punto de cada jugador del equipo también es labor del técnico. Se puede entender que a lo largo de una temporada haya siempre alguno en más baja forma que el resto, pero cabe pensar que algo falla cuando el rendimiento individual de la mayoría está por debajo, ya no sólo de lo que se espera de ellos, sino del nivel que ofrecían al principio de la temporada, en lugar de ir a más. Jugadores como Xabi Castillo, Masoud, Apoño, Aranda, Nauzer Alemán, o incluso Tato, ya fuera del equipo, son una sombra de lo que podrían ser.

Ansiedad frente al Numancia. El clima de agitación se notó sobre el césped del estadio de modo muy visible. Eso impide jugar con precisión, hace perder décimas de segundo imprescindibles en la alta competición y provoca decisiones erróneas en momentos importantes. Esta no es una clave que dependa de Sergio Lobera, pero su delicada situación eleva el nivel de ansiedad, que sin duda descendería durante, al menos, una o dos semanas si llegara un nuevo entrenador.

Vestuario anárquico. En los elementos a favor de Lobera habíamos valorado su aparente calma y el apoyo que tiene de sus jugadores. Sin embargo, eso no es garantía de que tenga el control del vestuario. Podría ocurrir que son los veteranos, que llevan más años que el joven técnico aragonés en el negocio, los que sujetan las riendas e imponen sus criterios sin que Lobera tenga suficiente energía o carácter para tomar las decisiones que debería. Las desafortunadas palabras que pronunció Atouba en cuanto se quedó sin ficha en el mercado de invierno apuntan en esa dirección. 

Poco trabajo. No de Sergio Lobera, de quien sabemos que es el tipo de entrenador obsesivo del perfil de Guardiola, sino el que exige a sus jugadores en los entrenamientos. Esto, que podría estar relacionado con el punto anterior, es la opinión de algunas voces que denuncian cierta permisividad con los pesos pesados del vestuario.











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