GRISÁLIDAeSCOJO LA MADUREZ DE LO GRISES |
Aeropuerto de Barajas, domingo 24 de febrero. Rubén Castro y Fidel Chávez llegan tarde al vuelo de regreso a Gran Canaria en el que viaja toda la expedición de la UD Las Palmas. El periodista de Canarias Radio La Autonómica, Juan Luis Monzón, es testigo de la escena, saca una foto de los jugadores en el mostrador de embarque y difunde la noticia, de la que se hacen eco numerosos medios de comunicación. Dos días después, Juan Luis Monzón acude a cubrir el entrenamiento del equipo en El Hornillo, en Telde, cuando se produce la desagradable escena de la que es protagonista Rubén Castro y que captó una cámara de Televisión Canaria. A continuación, la noticia de la web de Radio Televisión Canaria a la que se puede acceder pinchando en la imagen y que contiene el vídeo de lo sucedido. Estos son los hechos. Ahora, las consideraciones. Juan Luis Monzón hizo un buen trabajo fotografiando a los jugadores en el aeropuerto y divulgando la noticia. Aunque el retraso en sí mismo es una simple anécdota, es noticia en la medida en la que concierne a dos jugadores de la plantilla en ejercicio de su profesión, que es pública, y que afecta a su rendimiento y a la disciplina interna del equipo en cuanto que, como consecuencia de perder el avión, faltaron sin justificación a un entrenamiento. De hecho, varios medios informan de que los jugadores recibirán una sanción. La reacción de Rubén en el entrenamiento es impropia de un futbolista de su veteranía —37 años—, aunque de madurez aún por demostrar. Rubén no se prodiga en los medios de comunicación, apenas ha comparecido en alguna rueda de prensa suelta esta temporada, no habla tras los partidos y no concede entrevistas. Tampoco ha destacado nunca por su seriedad cuando en el pasado, excepcionalmente, se ha comprometido con algún medio. Sus plantones son de sobra conocidos en los círculos periodísticos. A estas alturas de su brillante carrera nadie se lo tiene en cuenta; digamos que por edad se tiene ganado ese privilegio. Pero hasta ahí. Si no quiere hablar, que no hable, pero cuando deba callar, que calle. En este caso, su mejor opción hubiera sido ponerse en modo avión. A Rubén le queda un solo camino para salir menos escaldado del lío en el que se ha metido, pedir perdón. Los 7 motivos por los que Rubén Castro debería pedir perdón:
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