GRISÁLIDAeSCOJO LA MADUREZ DE LO GRISES |
Pepe Mel se ha puesto al mando de la UD Las Palmas al grito de ¡sí se puede! Supongo que es lo que mucha gente quería oir, sobre todo desde dentro del propio club. Es loable ese espíritu combativo, esa resistencia incluso irracional al fracaso, otra cosa sería impropia de deportistas de élite. Pero en los despachos los actos irracionales no son heróicos, sino temerarios y por tanto, negligentes. Quiero pensar que no es el caso. Yo creo que el club interpreta el papel que le toca en este último intento a la desesperada por acercarse a los puestos de play-off de ascenso, obligado a seguirle la corriente al entrenador, por si suena la flauta. Y que todo está apalabrado con Pepe Mel para que sea el entrenador de la próxima temporada. Es más, Mel dijo en su presentación que podía haber firmado a partir de junio, pero que quiso venir ya. Pedría ser un indicio de que está pactado y que solo una catástrofe tipo descenso o similares podrían frenar la operación, que probablemente no se ha firmado todavía por la mencionada estrategia de evitar que la plantilla baje los brazos pensando en la próxima temporada. Si fuera así, incluso lo aplaudiría. Aeropuerto de Barajas, domingo 24 de febrero. Rubén Castro y Fidel Chávez llegan tarde al vuelo de regreso a Gran Canaria en el que viaja toda la expedición de la UD Las Palmas. El periodista de Canarias Radio La Autonómica, Juan Luis Monzón, es testigo de la escena, saca una foto de los jugadores en el mostrador de embarque y difunde la noticia, de la que se hacen eco numerosos medios de comunicación. Dos días después, Juan Luis Monzón acude a cubrir el entrenamiento del equipo en El Hornillo, en Telde, cuando se produce la desagradable escena de la que es protagonista Rubén Castro y que captó una cámara de Televisión Canaria. A continuación, la noticia de la web de Radio Televisión Canaria a la que se puede acceder pinchando en la imagen y que contiene el vídeo de lo sucedido. Estos son los hechos. Ahora, las consideraciones. Juan Luis Monzón hizo un buen trabajo fotografiando a los jugadores en el aeropuerto y divulgando la noticia. Aunque el retraso en sí mismo es una simple anécdota, es noticia en la medida en la que concierne a dos jugadores de la plantilla en ejercicio de su profesión, que es pública, y que afecta a su rendimiento y a la disciplina interna del equipo en cuanto que, como consecuencia de perder el avión, faltaron sin justificación a un entrenamiento. De hecho, varios medios informan de que los jugadores recibirán una sanción. La reacción de Rubén en el entrenamiento es impropia de un futbolista de su veteranía —37 años—, aunque de madurez aún por demostrar. Rubén no se prodiga en los medios de comunicación, apenas ha comparecido en alguna rueda de prensa suelta esta temporada, no habla tras los partidos y no concede entrevistas. Tampoco ha destacado nunca por su seriedad cuando en el pasado, excepcionalmente, se ha comprometido con algún medio. Sus plantones son de sobra conocidos en los círculos periodísticos. A estas alturas de su brillante carrera nadie se lo tiene en cuenta; digamos que por edad se tiene ganado ese privilegio. Pero hasta ahí. Si no quiere hablar, que no hable, pero cuando deba callar, que calle. En este caso, su mejor opción hubiera sido ponerse en modo avión. A Rubén le queda un solo camino para salir menos escaldado del lío en el que se ha metido, pedir perdón. Los 7 motivos por los que Rubén Castro debería pedir perdón:
La UD Las Palmas está a siete puntos del play off de ascenso, el CD Tenerife a cinco del descenso. Salvo milagro, la temporada de ambos es un nuevo proyecto fallido. Llega la Copa de la Reina de voleibol a Gran Canaria, con dos representantes canarios. Y lo hace en una de las temporadas más reñidas que recordamos. Algo de lo que nos alegramos especialmente, porque es una característica fundamental de las competiciones con prestigio. Y creo que eso podremos disfrutarlo a lo largo de los tres días de competición en el Centro Insular de Deportes. ¡Que comience el espectáculo! Al deporte-producto, el que en realidad odia Maxim, el que representa la LFP, la ACB y los medios de comunicación más sensacionalistas, no le afectará lo más mínimo lo que el ministro piense del deporte. Me preocupan más las becas a deportistas de disciplinas minoritarias, las ayudas por desplazamientos a los deportistas canarios y al deporte adaptado, por nombrar algunos. Una de las mayores pedanterías con las que suelo tropezarme es la del que suelta, orgulloso, «no tengo ni idea de deportes». No hablo de un sincero acto de modestia, sino del cultureta que presume de su incultura, sin saberlo. No negaré que a simple vista resulta chocante la elección de Maxim Huerta como ministro de Deportes. ¿El ministro del deporte odia el deporte? Es como si un ministro de igualdad fuera abiertamente homófobo o machista, ¿no les parece? Luego, leyendo sobre sus ocurrencias tuiteras, bastante contradictorias, debo admitir que ya no sé lo que piensa del deporte. Lo que sí sé es que no lo entiende. No es odio, es una simple limitación cultural. Sí, cultural, han leído bien, porque, como he dicho, el deporte es cultura. Y en buena parte no es culpa suya sino del concepto televisivo del deporte de masas, el del producto de consumo, que deduzco que es el que Huerta conoce porque es el que más abunda en España. Es como el que cree que el amor es lo que sale en las películas porno. Lo cierto es que al deporte-producto, el que en realidad odia Maxim, el que representa la LFP, la ACB y los medios de comunicación más sensacionalistas, no le afectará lo más mínimo lo que el ministro piense del deporte. Me preocupan más las becas a deportistas de disciplinas minoritarias, las ayudas por desplazamientos a los deportistas canarios y al deporte adaptado, por nombrar algunos. O, a lo mejor, y en ello confío, es una buena oportunidad para facilitar una conversión. Porque ya sabemos que los conversos suelen ser a la larga los fieles más devotos. *Ya veo venir a los querrán interpretar mis palabras como rechazo a Pedro Sánchez. Para que no pierdan el tiempo, aplaudo el gabinete que ha formado por lo que he podido leer sobre su independencia, méritos y talante. La sentencia del cineasta es un perfecto ejemplo del, próximamente aceptado por la RAE, término de 'posverdad'. No es verdad pero lo parece. Me encuentro estas palabras del director de cine Nacho Vigalondo en ‘El Español’: «Si España gana un Mundial hay una fiesta, pero si Penélope Cruz gana el Oscar se hace el silencio». Leo la entrevista entera por si hay matices, pero no. Son ese tipo de frases tuiteras y facilonas que se llevan de calle a los miles de haters que pueblan las redes sociales que se creen con la providencial misión de desinfectar España de ricos, católicos y futboleros, todos fachas. En otros casos, también vale para sus contrarios, los que persiguen a rojos y perroflautas. La sentencia del cineasta es un perfecto ejemplo del, próximamente aceptado por la RAE, término de 'posverdad'. No es verdad pero lo parece. Y como lo parece y luce bien en boca de alguien a quien se le supone profundidad intelectual, se lo compro sin pensar. Sin pensar si me estará vendiendo una moto estropeada. Y esta moto lo está. ¿A que en la frase de Vigalondo parece que España desprecia el arte y rinde culto a algo tan vulgar como el fútbol? La primera reacción es lógica: ¡inaceptable! Pero si le damos un minuto a nuestro cerebro y se lo quitamos a nuestras tripas, veremos que la comparación es tramposa. (No, no voy explicarlo. Yo ya me he tomado mi minuto, haz tú lo mismo). Haz clic aquí para editar. Sería un favor inaudito en deporte de alta competición a un rival de liga, para mantenerle en forma a un jugador durante los meses que no puede hacerle ficha Esta información no la tengo de primera mano, así que manejo solo los datos que aparecen publicados. Y lo que leo no me gusta. Según informa El Larguero, de la Cadena SER, el Atlético de Madrid compraría a Vitolo, pero como no puede inscribir jugadores hasta enero por la sanción de la FIFA, la UD Las Palmas está intentando obtener la cesión del canario hasta esa fecha. Jugaría de amarillo menos de cinco meses. Me encantaría que Vitolo volviera a jugar en la UD Las Palmas, pero no así. La fórmula de la cesión hasta diciembre para que después fiche por el Atlético sería un grave error, salvo que nos falten datos. Lo peor es que le cortaría el paso a otro jugador que a partir de enero tendría que ocupar su puesto, perdiendo un tiempo precioso para que alcance su nivel óptimo. Sin mencionar que, probablemente, ese jugador será de otras características, por lo que la forma de jugar del equipo también tendría que adaptarse. Aún dando por hecho que en esos pocos meses Vitolo fuera determinante y diera muchos puntos, su ausencia posterior podría causar el efecto contrario. Entre otras cosas, por la inevitable comparación que haríamos todos en cada partido, sobre todo en las derrotas. Por tanto, creo que sería, únicamente, un favor al Atlético y al propio Vitolo. Un favor inaudito en deporte de alta competición a un rival de liga, para mantenerle en forma a un futbolista durante los meses que no puede hacerle ficha. Imaginemos que un club cede un jugador a otro equipo pero con la condición de que, si lo quiere reclamar en diciembre lo puede recuperar. Nadie aceptaría semejantes condiciones por bueno que fuese el futbolista. Es cierto que, a veces, un buen jugador se te marcha en enero, pero siempre a cambio de algo. La única justificación que se me ocurre, pues, es que la UD recibiera una importante contraprestación económica o en forma de cesiones o traspasos de jugadores este verano. La pieza logra en el espectador un efecto que me encanta en el trabajo periodístico: el de hacer pensar y obligar a tomar partido. Nada más acabar de verla sientes la necesidad de decidir si eres de los unos o de los otros En la pieza que emitimos ayer sobre la lucha del garrote y el juego del palo con motivo del Día de Canarias, Luis Muro enfrentó con elegancia y rigor las dos formas de entender la misma tradición. Dos caminos que, probablemente, ya nunca vuelvan a encontrarse. Básicamente, los defensores de la lucha consideran que su futuro está en la competición deportiva. Los que prefieren llamarlo juego apuestan por conservar la tradición a través de la cultura popular, que pasa de generación en generación. El vídeo es claro, conciso y respetuoso, con argumentos precisos de ambas posturas. No descarto que especialistas en la materia, entre los que no figuro, echen de menos matices que se nos escapen. Pero también ellos deben entender que se trata de un trabajo de divulgación que requiere de un trazo algo más grueso que el que los expertos usarían. La pieza logra en el espectador un efecto que me encanta en el trabajo periodístico: el de hacer pensar y obligar a tomar partido. Nada más acabar de verla sientes la necesidad de decidir si eres de los unos o de los otros, y eso te invita a reflexionar sobre cultura, tradición y deporte, sobre lo que estarías dispuesto a sacrificar por conservarlo o si te arriesgarías a que acabe teniendo una presencia testimonial en las fiestas populares. Algo, por cierto, perfectamente extrapolable a casi todos los ámbitos de nuestra vida en estos tiempos de cambios vertiginosos, en los que lo que valía para hace solo media generación, ahora es cuestionado de raíz. Tiempos en los que la capacidad de adaptación es considerada como la mejor virtud para sobrevivir, frente a los que no están dispuestos a renunciar a valores que consideran superiores al del ‘progreso’ indiscriminado. Y tú, ¿de qué lado estás? El calibre de una gesta tiene que ver con lo difícil, lo improbable y lo dramático que llegue a ser. Si a esto añadimos la existencia de un gran derrotado, ya tenemos todos los ingredientes necesarios para que la remontada del Barcelona sea una de las grandes historias del deporte universal. Y como tal, sería una pena encorsetarlo en los noventa minutos que duró el partido del Nou Camp. Es mucho más bella si partimos desde el pitido final del partido del Parque de los Príncipes, que acabó con el humillante 4-0 a favor del PSG, tras una exhibición de fútbol del equipo de Emery y un Barça ninguneado y anulado, como un boxeador noqueado que deambula sobre el ring. Sin embargo, la remontada empezó inmediatamente. Luis Enrique, todavía en shock, habló de «machada posible» y de los cinco goles que necesitaba su equipo para pasar a cuartos de final. Seguramente, cuando la plantilla del PSG y Emery leyeron esas palabras al día siguiente se sonrieron sin darle mayor importancia. Son solo palabras pronunciadas de forma autómata. Las de un hombre derrotado que quiere dar apariencia de entereza. Y puede que en ese momento fuera así. El sábado previo al partido de vuelta, el Barça tenía que enfrentarse al Celta en liga. No era el mejor momento para medirse a un equipo que acecha los puestos europeos, ambicioso y ofensivo. Lo cierto es que desde el día siguiente a la catástrofe había comenzado a generarse en la opinión pública un debate sobre si existían opciones de remontar la eliminatoria. Desde una pregunta tan simple, vulgar incluso, el universo futbolístico se dividió en dos, como tantas otras veces. Los del 'sí' manejaban argumentos demenciales, que a fuerza de tener que defender en barras de bar y en tertulias de radio y televisión se convirtieron en la secta de 'Los Creyentes'. Los del 'no', mucho más sensatos, no necesitaban esforzarse demasiado. La UEFA, a la que le ha dado ahora por adentrarse en el apasionante mundo del cálculo de probabilidades —en lucrativa connivencia con las casas de apuestas—, le daba 0% de opciones de pasar al Barça. Creo que Luis Enrique fue capaz de leer lo que estaba pasando y decidió aprovecharlo. Se estaban creando espontáneamente las condiciones ambientales óptimas para intentarlo de verdad. Porque una cosa es intentarlo, obligación de todo profesional, y otra, hacerlo en serio. Pero aún faltaba algo. No era suficiente con el entusiasmo irracional de 'Los Creyentes'. Necesitaba algo a lo que también sus jugadores, por lo general, mucho más pragmáticos que los aficionados, pudieran aferrarse. Alguna experiencia que durante esos próximos noventa minutos transforme sus cerebros en el de esos auténticos Creyentes. Y la oportunidad la tenía delante de sus ojos; el partido del Celta. Podía haber jugado al ralentí, tratando de ganar el partido con el menor esfuerzo posible para reservar a los suyos para la Champions o podía convertirlo en un ensayo general. Eso fue lo que les dijo, probablemente, en el vestuario a sus jugadores: «Hay que remontar el 4-0 del PSG, hoy». El Barça fue un torbellino y la afición del Nou Camp entendió enseguida el simbolismo del partido. Empezaron a caer los goles y no pararon hasta llegar a la cifra mágica y de ningún modo casual, de cinco. Era lo que buscaban. El ser humano está mucho más predispuesto a intentar algo, por difícil de que sea, si ya lo ha hecho antes, y cuanto más cerca en el tiempo, mejor. La goleada al Celta ante la afición azulgrana fue determinante. Logró entrenar para la gesta la mente de los jugadores, algo mucho más importante en este caso que las piernas. Inyectó un chute de vitaminas extra en 'Los Creyentes', que desde ese momento pasaron de ser una minoría exótica a representar a todo el barcelonismo, lo que atrajo a la causa a otros muchos escépticos. Y no menos importante, el PSG encajaba el primer gol psicológico —«el Barça cree, no es un farol»—. Seguramente, por primera vez desde el partido de ida sintieron miedo. Unai Emery tuvo miedo. No al Barça, sino a la derrota. Y cuando tu obsesión es no perder, la victoria ni siquiera es una opción. Y transmitió ese miedo, si es que no lo tenían ya, también a sus jugadores. Cuando llegaron al campo notaron lo que ya intuían en París leyendo la prensa. No se enfrentaban al Barcelona sino a una horda de fanáticos que se habían autoconvencido de que podían remontar la eliminatoria. Lo que vino a continuación es de sobra conocido, errores arbitrales incluidos. Cada uno jugó el papel que le correspondía en el guión de esta epopeya deportiva. El PSG de Emery hizo de villano cobarde, intimidado por la convicción del héroe malherido y desprestigiado, que contra toda lógica logra rehacerse para escapar del que parecía su único destino posible, la muerte. Las palabras de Luis Enrique tras el partido son reveladoras: «dedico la victoria a todos los que creyeron en nosotros incondicionalmente». Podría parecer injusto con millones de culés repartidos por el mundo que querían pero no creían, y que celebraron igual la hazaña, pero el estratega asturiano sabía bien lo que decía. La chispa la encendieron ellos, los irracionales Creyentes que infundieron fe en los suyos e hicieron tambalearse hasta caer la de sus rivales. Creo que soy un pésimo corredor. Hoy he escrito mi próximo artículo del blog —que no es este— mientras corría unos kilómetros. Tiene sus ventajas, no crean. Cada vez que se me ocurría una buena idea me daba un subidón de adrenalina que me hacía elevar el ritmo y recorrer los siguientes 50 metros sin darme cuenta. Y se me ocurrieron muchas buenas ideas —risas—, así que he batido todos mis registros, los cuales no voy a desvelar para evitar burlas innecesarias de auténticos runners. Esto me lleva a la pregunta que quería hacer, precisamente, a runners expertos, entrenadores, profesionales de la actividad física y el deporte y a psicólogos deportivos. ¿En qué demonios debería ocupar mi mente mientras corro? Yo estoy acostumbrado a practicar y competir en deportes en los que pensar es parte del juego, como tenis, baloncesto y ajedrez. Y cuando entrenaba, lo hacía con compañeros de equipo o de club, o en solitario pero con un objetivo claro que me servía de motivación. Pero ahora, que tengo una importante lesión de codo y aún no veo la luz al final del túnel, ¿debería tratar de vaciar mi mente mientras corro para que fluya el karma? ¿Estimular mis piernas autoconvenciéndome de que lo hago para salvar el mundo? No lo sé. De lo que sí estoy seguro es de que no he acabado más relajado y con menos estrés, sino como una moto y con ganas de ponerme delante del teclado. Vídeo de cierre de DeportesTN2 de RadioTelevisión Canaria - RTVC.es del 8 de marzo, dedicado a la mujer deportista. Una idea de Natalia Cuéllar Berdún y montado por Alicia Henríquez. Orgullosos de todas nuestras deportistas. #DeporteFemenino
Solemos juzgar a los héroes por sus hazañas, sus victorias y sus conquistas. Rara vez por sus caídas, salvo que tras ellas vengan nuevos éxitos que ensalcen aún más su condición. Pero, ¿qué hay de aquellos que han caído más que corrido? ¿Los que han tenido que vivir a la sombra de los héroes, debiendo conformarse con sus sobras de gloria? Tiene mérito que un héroe se levante tras caer desde tan alto y vuelva a recuperar su jerarquía. Pero, ¿acaso es más fácil caer, caer y caer, y pese a todo volver a levantarse, sin ninguna razón que le haga albergar la menor esperanza de que esta vez será distinto? A Asdrúbal se le han cerrado demasiadas puertas en las últimas temporadas. Las de la UD Las Palmas varias veces, la del Elche, que se la jugó de forma indecente el verano pasado, y ahora, nada más llegar a Tailandia una lesión de rodila le obliga a regresar para recuperarse. Y sigue sonriendo, convencido de que antes o después llegará su momento. Ya lo dijo Quique Setién, su mayor virtud es la de ser inmune al desaliento. Solo así se entiende que sin ser un héroe en el sentido griego de la palabra, actúe como ellos cuando le visita el infortunio. Todos los que teníamos que trabajar hoy en la redacción de deportes de Gran Canaria nos decantamos por el rojo. La casualidad no es menor. ¡Ah! ¿que estoy exagerando? Ponlo a prueba, a ver cuántas veces haces pleno con tus compañeros (no vale que trabajen de uniforme). Ya me hago cargo de que en un departamento de veinte miembros será aún más difícil. Sea como fuere, no podíamos dejar pasar esta singular anécdota para hacernos esta foto. Me estoy imaginando a Quique Setién en la guagua que les trasladaba desde La Rosaleda hasta el aeropuerto de Málaga. Y luego, en la terminal del aeródromo, mientras esperaba al embarque del vuelo chárter que les traería de vuelta a Gran Canaria. Lo imagino desconcertado, leyendo reacciones a la derrota sufrida, en la peor actuación de la UD Las Palmas desde que dirige al equipo. Incrédulo, observa que en las redes sociales muchos reniegan del estilo que hasta hace solo unos días todos admiraban. Comentarios catastrofistas y opinadores en busca de causas ocultas entre las paredes del inaccesible vestuario amarillo. Mientras lee con los ojos como platos, se le acerca Éder Sarabia para informarle de las severas críticas que está recibiendo de algún medio digital que ya ha publicado la crónica del partido. Llaman para embarcar. Arrastra su maleta sin levantar la vista del móvil y distraídamente pasa el control, recorre el pasillo telescópico que lleva al avión, busca su asiento y se acomoda. Las siguentes dos horas las pasa intentando dormir, sin éxito, dándole vueltas a lo ocurrido sobre el césped y a la deserción de una legión de seguidores tras las tres derrotas consecutivas que acaba de encajar su equipo. Setién es un hombre tranquilo pero también tiene un elevado sentido de la justicia. Y cree que están siendo injustos con él y con el equipo. Es lunes ya de madrugada y no hará declaraciones hasta el jueves. Pero necesita decir algo. Coge su teléfono móvil, que tiene activado el modo 'avión', y escribe un texto en Twitter simple y directo. Cree que tal vez pueda servir para evitar, o al menos, retrasar la fuga de fieles, unir aún más a los que se siguen manteniendo firmes, que todavía son amplia mayoría, y también, por qué no, para desahogar sus irrefrenables ganas de gritar su verdad. Hacía mucho tiempo que nadie se atrevía a pronunciar una frase tan optimista en público. Incluso cuando el objetivo marcado era claramente el del ascenso, ninguna voz autorizada en el CD Tenerife se permitía semejante temeridad. Demasiadas decepciones, demasiados desengaños y demasiados vaivenes. Cada vez que el equipo parecía coger carrerilla y enfilar la zona noble de la clasificación, sobrevenía una debacle para enfriar cualquier chispa de esperanza. A veces, como si de un escarmiento se tratara por haber tenido la osadía de soñar con la Primera División, el Tenerife se veía de repente luchando por esquivar el abismo. Hasta hoy. Miguel Concepción, llevado por los resultados y la evidencia de un equipo que, ahora sí, transmite una solvencia desconocida desde hace años, le ha plantado cara al mal fario y ha pronunciado la frase maldita: «La llama está encendida», que equivale a decir que por primera vez hay motivos reales para creer que este año sí se va a pelear por el ascenso hasta el final. A lo mejor, enfretado el miedo, roto el maleficio. Parece que Gaku Shibasaki está a punto de integrarse por fin en los entrenamientos del CD Tenerife. Hasta ahora ha tenido que mantenerse al margen, en el mejor de los casos trabajando aparte en el gimnasio. Unas molestias estomacales que no remitían, además de otros síntomas, encendieron las alarmas. Comenzaron a salir a la luz informaciones que hacían temer una breve estancia del jugador en Tenerife: «Gaku no se adapta y quiere volver a Japón», se decía. Incluso hay quien anunció que ya se había marchado. Ese extremo se desmintió, pero el problema era real, así que el club puso al jugador en manos de especialistas, y una delegación japonesa con sus representantes y un miembro de la selección viajaron a la isla para arroparlo. ¿Qué le pasa a Shibasaki? Le hemos preguntado a un experto. La UD Las Palmas ya tiene a su 'galáctico', ese término que acuñó el periodismo deportivo español cuando Florentino Pérez desembarcó en el Real Madrid con la promesa de llevar al club blanco a los «mejores jugadores del mundo». Y lo hizo a base de talonario. Llegaron Beckham, Ronaldo, Zidane... El fichaje de Jesé no responde al mismo espíritu florentiniano, porque ni el desembolso ha sido tan extravagante, ni la Unión Deportiva se queda en propiedad al futbolista, pero sí ha generado la misma expectación a escala amarilla. Casi 9000 personas acudieron a a su presentación, que emitimos en directo en Televisión Canaria. Un recibimiento jamás visto por estos lares, superando al de sus dos predecesores más mediáticos mediáticos, Juan Carlos Valerón —3000 personas— y Kevin Prince Boateng —5000 personas—. Lo peor no es que Crosas haya pescado una especie en peligro de extinción, sino que su primer impulso, y el de sus compañeros, fuera ensartarlo con un pica. La pesca prohibida de Crosas tiene un recorrido informativo breve, en mi opinión, pero lo tiene. Creo que los medios de comunicación hemos hecho bien en dar la noticia, la mayoría con rigor y sin sensacionalismo. Y, además, estaría bien que la información sea acompañada de análisis crítico que ahonde en el contexto y amplíe su radio de acción. Hay quien solo ve un juego con mala suerte en la 'pesca' de Crosas y una persecución desmedida hacia el futbolista. Otros, poco menos que lo llevarían ante el Tribunal de La Haya por crímenes contra la humanidad. Si tengo que situarme en algún punto entre estos extremos, estaría más cerca de la absolución, pero no del todo. El Iberostar Tenerife acabó la temporada en la novena posición, y hasta la última jornada luchó por meterse en las series por el título. Logro notable con el tercer presupuesto más bajo de la ACB. |